
Ingredientes:
- un buen trozo de calabaza
- 1 boniato mediano
- zanahoria, nabo, puerro, patata
- pencas gruesas de acelga (las hojas verdes no)
- un puñadito de arroz
- un bote de judías blancas cocidas al natural
- un chorrito de aceite de oliva, sal, azafrán/colorante (optativo), una pastilla de caldo de verduras.
Preparación:
- En una olla exprés introducimos la calabaza limpia y sin piel, cortada en trozos gordos (3 ó 4), así como el boniato, las pencas y el resto de las verduras, limpias, sin piel y troceadas
- Cubrimos de agua, regamos con el aceite en crudo y añadimos la pastilla de caldo desmenuzada. Cerramos la olla, llevamos a ebullición y en cuanto salga vapor, bajamos el fuego al mínimo y contamos 12′.
- En cuanto podamos abrir la olla, sacamos unos cucharones de caldo, los mezclamos con la mitad del bote de judías y con una batidora lo reducimos a puré. Reservamos las judías enteras y el puré obtenido
- Ponemos la olla de nuevo al fuego y en cuanto empiece a hervir añadimos el azafrán (optativo) para colorear y el puñadito de arroz. Seguimos la cocción a fuego lento, removiendo de vez en cuando para que el arroz no se apelmace y esperamos a que esté en su punto. Apagamos el fuego
- Añadimos la mitad de bote de judías enteras y el puré obtenido, mezclamos bien, rectificamos de sal y servimos inmediatamente. Debe quedar meloso pero no espeso.
NOTAS:
- Obviamente esta receta no lleva nada de carne ni pescado
- Ésta es una receta muy antigua que ya aparece, con algunas variantes, en algunos recetarios cuaresmales del siglo XIX. Hoy en día quedaría muy bien como comida vegetariana o de régimen en cualquier época del año. De hecho en la posguerra era plato habitual en todas las estaciones del año
- Este plato tiene un sabor dulzón reconocible y característico. Ese sabor, que hoy puede resultar chocante en un potaje, era precisamente el más buscado en épocas de penurias, hambrunas, y penitencias. Por otra parte conviene recordar que hasta el siglo XIX el uso del azúcar, en recetas saladas, era de uso común y se le consideraba como una especia más.
- A propósito de la cocina cuaresmal, es una lástima que este patrimonio tan extenso, variado y exquisito, fruto del saber culinario acumulado durante siglos, se esté perdiendo a pasos agigantados sin darnos cuenta. No olvidemos que con cada receta, cuaresmal o no, que se pierde, se pierde un poco de nuestra identidad. Llevo años sugiriendo, a quién quiera oírme, que se programen Jornadas y degustaciones culinarias típicamente cuaresmales, dulces y saladas, durante los festejos y celebraciones de Semana Santa; sería una manera lúdica y festiva de darlas a conocer y promocionarlas, pero … predico en el desierto. La gastrodiversidad, que reivindico, también forma parte de la biodiversidad, y considero que no es de las menos importantes. No perdamos nunca de vista que somos lo que comemos.
Se ve interesante esta receta… ¿de dónde es? Muchos saludos
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…es una receta que ya hacían nuestras abuelas, en la que se aprovechaba los productos que daba la tierra y era fácil de realizar. Hay variantes en las que añaden un hueso de jamón o un trozo de bacalao para potenciar el sabor Es típica de los pueblos costeros de Castellón… gracias por tu interés, saludos…
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