Calabaza al horno

 

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Ingredientes:

  • media calabaza
  • azúcar, al gusto

Preparación:

  • Partimos la calabaza en dos y …

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  • …quitamos las barbas y las semillas con ayuda de una cuchara.

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  • Colocamos la calabaza partida en una bandeja para horno y espolvoreamos toda la superficie con el azúcar.

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  • Calentamos el horno a 180º e introducimos la calabaza. Dejamos que se haga por espacio de 1 hora y media aproximadamente; hasta que la superficie presente un bonito color, dorado y brillante, y al pincharla con un cuchillo, hasta llegar a la corteza, la pulpa esté tierna sin la más mínima resistencia. La sacamos del horno y la dejamos enfriar.

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  • La podemos tomar así, al natural en porciones, con una cucharada de miel, frutos secos: nueces, avellanas, almendras, sésamo… o muesli

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NOTAS:

  • Los puristas -aseguran-  siempre asan la calabaza al natural, sin azúcar. El problema es que si la calabaza no es muy dulce, cosa bastante frecuente,  queda un tanto sosa. Si la espolvoreamos con  una buena cucharada sopera de  azúcar, os puedo garantizar que tenemos el éxito asegurado.
  • Algunas calabazas, al asarlas, pueden soltar caldo, que se concentra en el centro, en la cavidad de las semillas. Es algo completamente normal y al final desaparecerá ya que la pulpa al enfriarse lo vuelve a reabsorber.
  • A los que les guste la calabaza aún más dulce, le pueden añadir un poco de miel. La miel le transmite además el sútil y delicado aroma de la flor de la que procede
  • Y ya, si le añadimos frutos secos nos quedará un postre rotundo, muy consistente. En este caso procuraremos que la comida o la cena sean bastante ligeras.
  • El año pasado, enturnado para comprar una calabaza de asar, me precedía una pareja  de recién casados. La joven se hacía lenguas de la mano que tenía su suegra para asar calabaza. Ella, por más que lo intentaba, no lograba ni de lejos, igualar los resultados obtenidos por su madre política. Llegados a este punto, pensé que era mi  obligación  intervenir en el debate. Brevemente le sugerí ajustar la temperatura, prolongar el tiempo de horneado, comprobar el punto con la hoja de un cuchillo y sobre todo espolvorear la calabaza con una buena cucharada de azúcar. Los he vuelto a ver este verano, no cruzamos palabra, pero la joven con la mirada, y una sonrisa de oreja, me dió las gracias; al tiempo que su marido me lanzaba una mirada que si cae en una de las calabazas expuestas a la venta, la asa in situ.

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